sábado, 3 de noviembre de 2012

Primer encuentro con Windows 8 en una PC





















La compu
Por Ariel Torres | LA NACION             Twitter: @arieltorres    |   Ver perfil


El coloso que dominó la computación personal durante un cuarto de siglo parece haber salido del letargo en el que cayó después de la repentina y simultánea (aunque de ninguna manera inesperada) arremetida de Google, que reina en Internet, Apple -con sus imparables iPhone y iPad- y Facebook, dueña de cualquier cosa social en la Red. En rigor, y como es fácil imaginar, la trama es más compleja. Apple se la tiene jurada a Google, por Android, mientras que Facebook necesita presencia en los celulares (alguna vez dije que deberían adquirir Nokia; ¿antes de que lo haga Microsoft?), algo que las otras dos poseen a manos llenas, y aún así les cuesta despegar con la onda social. Etcétera.
En todo caso, a Microsoft le iba mal en todos estos frentes. Mal en las búsquedas. Mal en lo social. Con cero presencia en los móviles y en las pantallas táctiles. Logró atraer a Nokia, pero justo cuando la compañía finlandesa pasa por el peor momento de su historia.
A pesar de este sombrío panorama, sazonado por el constante (e infundado, a mi juicio) rumor que la PC va a desaparecer, Microsoft todavía conserva, en términos ajedrecísticos, la reina: Windows, el sistema operativo que seguimos viendo y usando en la inmensa mayoría de las computadoras personales y notebooks.
Jugar bien esa pieza era vital para el futuro de la compañía. Con Windows 8, que empezó a desarrollarse en 2009, Microsoft podía haber tomado alguno de estos tres caminos:
1) Aferrarse desesperadamente a las máquinas con teclado y mouse e ignorar olímpicamente (dicho esto con toda intención) el tsunami de las pantallas táctiles, lanzando otro Windows para PC de escritorio y notebooks.
2) Volverse, encandilada por Apple, exclusivamente táctil y dejar las máquinas convencionales confinadas a Windows 7, parchado con sucesivos e interminables Service Pack.
3) Crear un híbrido que pudiera competir en ambos territorios, el de las tablets y de las PC y notebooks.
La primera opción hubiera sido una catástrofe. No porque las PC y notebooks vayan a desaparecer en el corto plazo, sino porque habría emitido una pésima señal a sus accionistas y al mercado, el de una compañía que alguna vez fue líder y ahora ha bajado los brazos.
Hasta que vi la primera versión preliminar de Windows 8, temí que Microsoft fuera a adoptar la segunda opción. Por fortuna, no fue así. No sólo porque el grueso del trabajo que mueve al mundo se sigue haciendo con teclado, mouse y 24 ventanas a la vez, sino porque también habría sido una mala señal, la de no confiar en sí misma.
Así que me alegró que Microsoft hubiera optado por la tercera alternativa. Pero existía un problema. Crear un sistema operativo capaz de funcionar igual de bien (o incluso mejor) en computadoras convencionales y en tablets era algo cercano a lo imposible. La primera versión preliminar me causó una mala impresión, a decir verdad, confirmando mis sospechas: el que mucho abarca poco aprieta.
Pero esto cambió radicalmente a medida que fueron corrigiendo y depurando, en todos los casos alimentándose del feedback que aportaron 16 millones de usuarios que instalaron las betas, una lección que hace rato Microsoft aprendió del software libre.
Desde la Release Preview de agosto último, Windows 8 se ha ganado mi admiración y mi respeto, a pesar de las críticas que siempre he sostenido contra este sistema y a pesar de algunos problemas que creo que todavía exhibe.
Lo diré así: la impresión global es que la proeza está lograda. Windows 8 es muy bueno para tablets y también para las esforzadas, ahora eclipsadas, pero indispensables PC y notebooks.
(A propósito, el nuevo Windows ha recibido en general buenas críticas, pero esto no ha sido unánime. Algunos analistas lo han destrozado, literalmente. El cambio es muy extremo y está ocurriendo, me temo, algo parecido a la resistencia que en su momento causó Windows 95.)
Así que Google, Facebook y Apple tienen un problema adicional, ahora, además de los que devienen de sus propias escaramuzas, porque la compañía de Redmond sigue dispuesta a dar pelea y ha demostrado que su estado físico es inmejorable y que tiene todavía capacidad para innovar.
Lo bueno
Windows 8 es una excelente opción para pantallas táctiles. Es más claro o, cuando menos, más despejado que Android y, aunque parezca mentira, parece más moderno que el iOS, cuyo aspecto, atractivo en 2007, empieza a exhibir el paso de los años, aunque sigue siendo el que tiene más clase.
En la vereda de enfrente, instalado en una PC convencional, para tareas de productividad, que son las que ocupan prácticamente todo mi día, Windows 8 me pareció el mejor Windows que he probado hasta ahora, aunque anoto aquí que los problemas de un sistema operativo a veces tardan semanas de trabajo diario en manifestarse. Vaya pues esta afirmación matizada por el hecho de que lo he usado a menudo, pero no todavía como sistema de producción principal.
Una cosa no menor: arranca muy rápido. Muy rápido en serio.
Lo malo
Hay, desde luego, cosas que no me gustan. No, no me refiero a que el Menú Inicio haya desaparecido. Le dije adiós a ese dichoso botón sin una lágrima. Me hubiera gustado, en cambio, que Windows 8 pudiera arrancar directo al Escritorio, en lugar de pasar por la impactante, bonita, hiperactiva pero, en una PC de escritorio, completamente inútil pantalla de inicio. Hay un truco para lograr esto, sin embargo, que les paso más abajo. (Y no requiere instalar nada.)
A todo esto, añadiré que he visto varias personas usar mucho la pantalla de inicio con sus baldosas activas ¡en una PC! Notable. No me lo esperaba. Pero sí, es como un gran tablero de anuncios para mantenerse informado. No obstante, una de las peores cosas de Windows 8 es que sus dos personalidades no se hablan mucho y si hay notificaciones en el Escritorio y estás en la Pantalla de Inicio, no te enterás. Eso es serio y debería estar primero o segundo en la lista de problemas por resolver.
También hay aspectos por pulir, sobre todo inconsistencias, algo que Windows 7 ya padecía, por arrastrar la herencia de Windows XP, y que en el 8 se acentúa, por haber añadido una nueva interfaz. Se encuentran cosas duplicadas en varios lugares.
Tampoco sé hasta qué punto hay lugar para otro market de aplicaciones móviles, sobre todo teniendo en cuenta la fenomenal fortaleza del AppStore de Apple y el Google Play (Android). Veremos si Microsoft consigue atraer desarrolladores (¿suena a déjà vu, no?).
Como dije, me gusta la gráfica de la nueva interfaz para apps, me parece también más moderna que la del iPhone y iPad, pero éstos siguen teniendo más clase, sin duda. Algunos dibujitos para la Pantalla de Inicio de Windows 8 son un horror. Un detalle.
Más importante en mi lista de peros es que la Pantalla de Inicio está muy bien, la idea de las baldosas activas funciona, pero creo que a los 15 minutos de mirar una tablet con todo eso moviéndose y listando y cambiando y actualizando y parpadeando uno empieza a extrañar la paz zen de la iPad -que me aburre un poco- o la más controlada y sensata actividad de las pantallas de Android. Cierto es, no obstante, que esto se puede configurar para reducir la inundación informativa que propone la Pantalla de Inicio de Windows 8. Primera tarea tras la instalación, diría.
Variación y significado
Pero la octava versión de Windows es excepcional por ofrecer una solución unificada y sólida a un universo informático que se basa en dos formas de control muy diferentes: el teclado/mouse y los gestos y toques. Como ocurrió a fines del siglo pasado, cuando Linux avanzaba sobre el negocio de los servidores sin que nada pudiera frenarlo, Microsoft vuelve a brillar en medio de la adversidad. En aquel momento, sacó su mejor producto hasta entonces, Windows 2000. Ahora, en una crisis que pinta mucho más grave, su respuesta es, de nuevo, la mejor posible.
Lo que demuestra, dicho sea de paso, lo que he venido diciendo siempre: es muy sano para la industria que haya varios jugadores compitiendo, aliándose a veces, colaborando. Un ecosistema, en suma. Microsoft tuvo un monopolio rotundo durante un cuarto de siglo; nada más habría que imaginarse lo desastroso que hubiera sido si ahora todos los usuarios de PC se encontraran con un Windows 8 pésimo (como ocurrió con Vista en su momento) o con una Microsoft quebrantada. Por fortuna, las opciones ahora están multiplicándose, el ecosistema gana en diversidad (aquí son esenciales los estándares abiertos, por obvias razones) y las compañías, al no poseer la suma del poder en sus puños, saben que o hacen las cosas bien o desaparecen.
Mi PC otra vez
Windows 8 es muy amplio, rico y complejo para reseñarlo de una vez. Hay cambios por todas partes, y la mayoría son bastante técnicos, al revés de lo que ocurrió con muchas otras versiones de este sistema en el pasado. Es decir, hay cambios que van más allá de la cosmética.
Por eso, y para no estirar demasiado esta reseña, me limitaré aquí a responder una pregunta que me han formulado muchas veces en estos días: ¿vale la pena cambiar por Windows 8 si tengo una PC o una notebook con Windows 7?
En principio, la respuesta es sí. No un sí categórico, pero en principio, sí. Como siempre, podría ocurrir que alguno de nuestros dispositivos no esté soportado, pero esto será un riesgo menor si venimos de la versión 7. Pasar de XP a Windows 8, en cambio, es casi seguro un pasaporte a que algunas cosas van a dejar de funcionar. Siempre ocurre.
En cuanto al rendimiento, recién arrancado Windows 8 consume prácticamente la misma memoria que un Windows 7, pero es mucho más ágil que la versión anterior. Incluso en una máquina virtual anda rapidísimo.
La desaparición del Menú Inicio puede desconcertar un poco al principio (hay una app para recuperarlo, que listo al final, junto con los otros trucos). Debo anotar aquí, sólo para poner las cosas en perspectiva, que medio mundo puso el grito en el cielo cuando Microsoft añadió el Menú Inicio en 1995. Decían que con ese botón "Microsoft nos trataba de tontos". Bueno, ahora nos quejamos porque ya no está. No hay remate.
Viviendo sin el Menú Inicio
A mi juicio, ese menú nunca sirvió para nada, se llenaba enseguida de dos millones de cosas y, al final, no podías encontrar nada de nada. Las soluciones que de verdad resolvieron el asunto de buscar algo en una PC pasan por el dock de Mac, el Dash de Ubuntu y la caja de búsqueda de Windows 7. Mi preferida, ya que estamos, es la de crear una barra de herramientas con los íconos de las aplicaciones que uso con más frecuencia. Esta barra puede crearse igualmente en Windows 8.
Ocurre, es cierto, que sin el Botón Inicio muchos sentirán que no saben por dónde empezar. ¿Cómo trabajar sin él? Existe la posibilidad de recuperar ese menú, con una app comoClassicShell (http:// classicshell.sourceforge.net ). No la he probado. Me parece más práctico aprender un par de trucos nuevos.
Para empezar, el Escritorio aparece como una app en la Pantalla de Inicio . Un clic y estamos en un entorno bien conocido. Un clic innecesario, insisto; el sistema debería poder ir al Escritorio directamente, si uno así lo desea. Supongo que implementarán esto en futuras actualizaciones, porque es una queja generalizada entre los analistas. Entre tanto, pueden apretar Windows+D para evitar ese clic. O Windows+E para ir al Escritorio con el Explorador de Windows abierto. Pero hay un truco mucho más copado.
Primero, hay que mover la baldosa que representa el Escritorio en la Pantalla de Inicio a la primera posición de la serie, arriba a la izquierda. Luego, al iniciar sesión, tras escribir la contraseña, hay que mantener apretada la tecla Enter . Esto lleva directo a la primera baldosa de arriba a la izquierda, que ahora es nuestro Escritorio. Genial.
Una vez en el Desktop, moviendo el ratón a las esquinas superior o inferior de la derecha de la pantalla se despliega un menú de opciones, que incluye el acceso a las aplicaciones. Este menú se llama barra Charm (no pregunten; en todo caso, en español, durante la presentación del sistema, la llamaron Barra de Herramientas. Okay.).
Si se coloca el puntero arriba a la izquierda se muestran las últimas apps utilizadas. Y si se coloca abajo a la izquierda , aparece un acceso a la Pantalla de Inicio. Además, si se hace clic con el botón derecho ahí, en la esquina inferior izquierda, se abre un menú con opciones de configuración. Sí, esta es una de las inconsistencias, claro.
Aparte de todo esto, creo que la forma más rápida de buscar cualquier cosa, incluido un programa que queremos ejecutar, es apretar Windows+F y escribir parte del nombre o del contenido. A propósito, en la Pantalla de Inicio , si te ponés a escribir, automáticamente lleva a la búsqueda. Eso está perfecto.
En general, he visto, los atajos de teclado son los que te salvan el día en el nuevo Windows 8. Bueno, como siempre. Por ejemplo, para apagar un equipo hay que desplegar la Barra de Herramientas, ir a Configuración y después al ícono de apagar, que a su vez despliega un menú. Es mucho más rápido si, desde el Escritorio, apretamos Alt+F4. Eso abre el diálogo de apagado y reinicio sin tanto trámite.
Rendimiento y herramientas
Despejado el asunto del menú Inicio, el nuevo Windows tiene casi todas las mejoras que hubiera esperado hace rato: un mucho mejor administrador de tareas, un diálogo de copiado de archivos mucho más informativo (digamos, ahora sí sirve para algo), un administrador de archivos más avanzado y diversas opciones de seguridad, incluidas las de optar por gestos sobre una imagen como contraseña para iniciar sesión.
Arranca en alrededor de 10 segundos y otros 10 o 15 para cargar el Escritorio; esto, tras haber importado la configuración y las aplicaciones de un Windows 7. Vuela, en otras palabras. [Hardware: Core i5 de Segunda Generación con 4 GB de RAM]
La migración de un Windows 7 con su configuración y sus aplicaciones, que respetó a rajatabla, llevó una hora y media y no causó ni el menor disturbio. Todo anduvo igual y, como PC de Escritorio, mejor que antes.
***
Hasta aquí, y podría seguir durante otras veinte páginas, mis primeras impresiones sobre el nuevo Windows 8. Me queda en el tintero, entre otras muchas cosas, todo el tema de la conexión de Windows 8 con la nube, un acierto de parte de Microsoft que está, por fin, bien implementado, aunque puede darte algún susto. Por ejemplo, cuando te agrega los cumpleaños de todos tus contactos al calendario.
Algunas aclaraciones indispensables
Sin DVD . Una de las formas que eligió Microsoft para bajar el precio de Windows fue la de dejar de pagar las licencias de los decodificadores para DVD. Ahora el Media Center ya no está incluido en el sistema, aunque se venderá como un adicional; hasta el 13 de enero próximo, sin embargo, se lo ofrece sin cargo con la compra de un Windows 8 Pro. Hasta el cierre de esta edición, Microsoft no me había confirmado si esa oferta era válida también para la Argentina.
Hay cuatro versiones de Windows 8:
Windows RT , que sólo viene instalada en dispositivos, típicamente tablets, con microprocesadores de arquitectura ARM. No correrá las aplicaciones de Escritorio que vienen de versiones previas; sólo ejecuta apps del market (así que cuidado) y un Office específico.
Windows 8 Windows 8 Pro , las dos que se venden en caja o se baja el instalador y están destinadas a usuarios particulares.
Windows 8 Enterprise , que se vende en volumen para empresas.
Cifrado del disco. BitLocker No está disponible para Windows 8 (sí en Pro y Enterprise). Dada la cantidad de portátiles que existe hoy, me parece una mala decisión de parte de Microsoft. En todo caso, si necesitás cifrado completo del disco, por razones personales o profesionales, vas a necesitar como mínimo la versión Pro..

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